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30 marzo, 2017En las generaciones de nuestros padres y en la nuestra, cuando éramos niños, palabras como vagina o pene eran sinónimo de censura o tabú. En algunas familias, hablar con los niños de estos temas, era un acto pervertido y mal visto por la sociedad.
Sin embargo, hoy en día los niños evolucionan a más temprana edad, y al parecer, nosotros como padres nos estamos quedando en el pasado.
Somos seres sexuados desde que nacemos, cuando besamos a nuestros bebés o cuando los abrazamos. La sexualidad incluye los afectos y las emociones, les expresamos afecto y ellos a nosotros, esto se llama educación incidental (educación no intencionada), y se pone en práctica cada vez que les entregamos estos gestos de amor a nuestros pequeños.
Es importante tener en cuenta que las connotaciones eróticas de la sexualidad, las ponemos los adultos. Es algo muy subjetivo, que nuestros pequeños no conocen, por ello es importante tenerlo en cuenta al momento de responder sus dudas o inquietudes, ya que así no sesgamos nuestras respuestas y les entregamos seguridad, confianza, respeto, e información necesaria y de calidad para su adecuado desarrollo.
Según los expertos, a partir de los 2 años de edad los pequeños comienzan a tomar impulso en los ámbitos motor y cognitivo, se muestran curiosos y de a poco empiezan a identificarse por sus características externas (las niñas llevan falda, los niños pantalón).
Los pequeños de 3 a 5 años, son ya más curiosos con su cuerpo y el de los demás niños (niños de edades similares), ellos empiezan a cuestionarse por ejemplo; “de la misma forma que me toco las piernas, pues me toco los genitales, estoy explorando”. Es parte de su desarrollo, y aunque puede ser agresivo o preocupante para nosotros como padres, no debemos reaccionar agresivamente o censurar sus actos. Debemos guiarles para que comprendan que no es adecuado hacerlo en público, o quizás de la forma que lo hace, ya que se puede dañar físicamente.
Los expertos indican que los niños entre 3 a 5 años empiezan a tocarse, a mirar su cuerpo y compararlo con los demás, y eso les gusta ya que están explorando nuevas sensaciones. De hecho, los niños varones, desde pequeños comienzan a experimentar erecciones, lo que es algo absolutamente normal, y no debiese preocuparnos ni alarmarnos.
Por eso, debemos entregarles una adecuada Educación afectivo-sexual a los pequeños, sobre todo en esta etapa del ciclo vital entre los 3 a los 5 años, que es donde están formando sus cimientos, y su aprendizaje aquí será su punto de referencia para las experiencias que tengan en el futuro .
Es en esta etapa donde nosotros como madres y padres debemos ser sus guías en el aprendizaje. Nuestra conducta y nuestras verbalizaciones, tanto hacia ellos como hacia otros adultos, serán un ejemplo a seguir. Somos su referente, si lo hacemos mal ellos lo harán mal.
Es importante que le tomemos atención a lo que los niños nos van indicando día a día, ya sean sus preguntas, sus acciones, sus señales, e incluso sus juegos.
Estos temas se pueden presentar en todo momento, ya sea cuando vamos caminando por la calle y hay una pareja besándose, o en la cotidianidad de nuestro hogar, siempre habrá una situación que llamará su atención y empezaran a fluir interrogantes como: ¿Por qué se besan?, o consultas relacionadas con sus partes íntimas. Es entonces donde debemos responder con claridad, no utilizar seudónimos, y siempre abriendo la oportunidad a más preguntas.
¿Cuándo debemos preocuparnos?
Si los niños tienen conductas estimulantes excesivas, compulsivas, o un lenguaje sexualizado, debemos alarmarnos. Si ellos no nos hacen preguntas sobre estos temas también hay que poner cuidado, puede ser una señal de que algo pasa.
Debemos poner atención a lo que ven en la televisión, internet o en los lugares de recreación con sus amigos, ya que siempre estarán expuestos a la parte negativa de este tema, y nosotros como adultos debemos controlar lo que es negativo y positivo para ellos, así, no se confunden con recreaciones que no entenderán del todo.
Recordemos que los niños sólo quieren saber lo que les está pasando y nuestro deber como padres es responderles con respeto, para que tengan confianza en sí mismos y así resguardemos su autoestima.
Por: CAROLINA ESPEJO GALLARDO